Empezamos el año casi casi como el que acaba de concluir, con una ruta betetera muy potente por los intrincados caminos y sendas del Cap de Creus, en los alrededores de Llançà, bajo los inexpugnables dominios del castillo de Sant Salvador, invisible entre la niebla que escala silenciosa la escarpada sierra siempre que vamos por allí, visitando el monasterio de San Pere de Rodes, infiltrándonos en una nube inmensa que se había posado sobre el paisaje y no dejaba ver el mar.
Esta vez no hemos ido a hacer ningún reportaje, hemos hecho la primera prospección para una salida con el Open Natura por estos parajes, que está prevista que se celebre en octubre. En días como ayer uno comprende lo difícil que es encontrar a veces una ruta a gusto de todos: el equilibrio ideal entre dureza, belleza, técnica, emoción, paisaje, dificultad... Una ecuación difícil, sin duda. En la propuesta inicial de ayer nos salieron 30 km de ruta, con 1.300 metros de desnivel positivo, y una cantidad de trialeras de subida y de bajada que nos hicieron replantearnos si el itinerario era el más adecuado. Ahora falta que el Dr Calsina -doctor en rutas- apruebe la propuesta. Pero antes habrá que regresar para estudiar alternativas, no vaya a ser que nos cambie la medicación. La verdad es que la de ayer era para encerrarnos...
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