domingo, 20 de noviembre de 2011

Ruedas de 29, quién las hubiera tenido antes...

Hace meses, incluso puede que años (el tiempo pasa condenadamente rápido), que podemos leer en las revistas del sector (Solo Bici, Bike, etc.) las ventajas de las mountain bike de 29 pulgadas. Y de un tiempo a esta parte, ya no sólo en las revistas especializadas se trata este tema, sino que también es una muletilla constante presente en el 99,99% de las conversaciones entre ciclistas. En una excursión de una mañana, las alusiones al tema de las ruedas de 29 pulgadas pueden surgir en cada bache y en todas las variantes que admite el palique biker: pueden aparecer con el típico formato chascarrillo jadeante y bravucón, con el formato filosófico o pregunta del millón, el formato anuncio de intenciones, el formato debate institucional, el formato moción, el formato negación automática e instintiva a todo lo nuevo, el formato abogado del diablo, el formato discurso antisistema, el formato envidia, el formato poesía, el formato erudito en el tema, el formato gurú, el formato sentencia, el formato “mira qué guapa”, el formato analítico-investigador, el formato numérico, el formato visual, el formato confesión, el formato duda, el formato “o todos o ninguno”, el formato consejo de amigo, el formato recapitulación…

Se ha hablado tanto de ellas que uno no sabe qué decir que sea nuevo, salvo lo que ha sentido al subirse en una de ellas e internarse en el monte para disfrutar de una breve pero intensa sesión de mountain bike tras varios días de diluvio universal que ha dejado los caminos y las sendas empapados de vida, nuevas torrenteras, rocas musgosas, raíces resbaladizas…

Primero de todo, he de escribir que mi veredicto es muy provisional, pues apenas he hecho 25 km con 700 metros de desnivel con ella y justo ahora mi estado de forma deja bastante que desear, pero puedo asegurar que la bicicleta de 29 que tengo es una bici muy cañera. Se trata de una Trek X-Caliber de la colección 2012 (ya disponible en las tiendas) de cuadro rígido (lo que se conoce como una hardtail) con una horquilla de 100 mm de recorrido. Mis primeras impresiones han sido muy positivas, y si la he de comparar con otra bici ha de ser con mi anterior compañera de travesías, la Trek 6700, también hardtail y de un presupuesto similar (1.299 euros), pero con ruedas de 26 pulgadas, el tamaño estandard hasta hace poco para las mountain bikes.

Nada más salir de casa noté mayor velocidad. En los primeros 4 km de ruta tengo que ganar casi 300 metros de desnivel, y con la de 29″ noté más velocidad, más aceleración, más respuesta. En esta subida nunca pongo el plato pequeño y con la 29″ tampoco lo necesité, fui cómodo en la última corona, calentando piernas y corazón.

Al llegar a los caminos de subida sentí lo mismo, la X-Caliber me pedía marcha, notaba que aceleraba sin querer. Está clarísimo que es una bici muy rodadora, ideal para travesías por caminos y pistas.

Luego nos internamos en el bosque y fuimos hacia otros terrenos para ver qué tal iba la bici en zonas más peliagudas. En los tramos de senda técnica, muy húmedos, con muchas raíces entrecruzadas y rocas muy resbaladizas, noté que la bici se traga estos obstáculos medianos sin que te des cuenta, pero la verdad es que eché de menos unos neumáticos más polivalentes (de serie trae unos con tacos muy pequeños y muy juntos, especiales para terrenos secos) para ir con comodidad y confianza en este terreno tan resbaladizo, y pasé “de puntillas” por todos ellos gracias a que los conozco realmente bien –digamos que los conozco “de pies a cabeza”, porque me he revolcado sin querer en cada uno de ellos como mínimo una vez a lo largo de los últimos diez años–.

Ya un poco remojados y salpicados, volvimos hacia arriba por una senda pedregosa de subida, no muy empinada, que también conozco muy bien y que uso a veces para hacer series, y la X-Caliber volvió a demostrar que quiere guerra. No es que me pidiera ir rápido por tener una postura muy racing, no, la postura está muy equilibrada –a mí hace años que no me gusta ir tan inclinado, sólo un poco–, sino que la bici es veloz.



Por último, la bajada por pista: más velocidad, más seguridad. El “risaero” o “patata ondulada” ya no lo notas. La bici se embala y no notas las piedras ni los pequeños baches.

En fin, que estoy encantado con mi nueva bici de 29 pulgadas. Creo que me irá muy bien en mis futuras travesías. Si el año que viene repetimos lo del Puente Aéreo, llegaremos al circuito de las 24doce de Moralzarzal en la mitad de tiempo. Llegaremos literalmente, volando.

Sobre lo que ayer me preguntabais algunos a través de FB, evidentemente, yo para rutas de “trialeras salvajes” (me gusta esta expresión, la tomo prestada) seguiré intentando mantener a punto mi Fuel EX, que es ideal para este tipo de excursiones. Creo que una bici no quita la otra. Otra cosa es si me dejan probar la nueva Rumblefish, una especie de Fuel EX pero con ruedas de 29 pulgadas… El tiempo y los caminos dirán…

Y otro pensamiento, ya para acabar: anda que no me habría ido bien esta bici en la Oodnadatta Track de Autralia, el ripio chileno, las interminables pistas del Namib, el fuera-pista constante del Gobi...

miércoles, 9 de noviembre de 2011

7 deserts en youTube



La productora El Somiatruites –o "the omelette dreamer", como la presentaron en New York, Milán y Sydney cuando la película fue proyectada en el internacional Bicycle Film Festival–, Uri Garcia –el director del documental– y yo mismo hemos decidido poner al alcance de todos la historia 7 deserts.

7 deserts es un documental de 53 minutos de duración que aporta una visión muy distinta a la que se ha visto por televisión de las expediciones que formaron parte del proyecto 7 desiertos. Creo que no soy el más adecuado para valorarla o describirla, pues se centra especialmente en la persona que llevó a cabo el proyecto –es decir, en mí–, en sus ilusiones, sus miedos, su forma de superarlos, su transformación a medida que pasan los años –el proyecto se prolongó desde principios de 2003 hasta mediados de 2007–, y no tanto en aquello que vi, la maravillosa gente que conocí o la fauna con la que me topé en cada desierto, materias y anécdotas que por fortuna sí logré incluir en el libro editado por Saga. En menos de una hora de cinta era imposible condensar tanto material. Además, el objetivo de Uri Garcia con este documental era otro. Recuerdo el día en que vino a casa de mi hermana –donde yo vivía por aquel entonces– se sentó delante de mí y me dijo que le interesaba mi historia. Me cedió su cámara de vídeo para llevarla todo el día encima, incluso al Sáhara –la mía estaba estropeada y hacía un ruido horrible–, lo que significaba prácticamente que me la regalaba. Y me pidió que lo grabara todo. Todo.

Cuando volví del Sáhara tenían sobre la mesa de edición más de 70 horas de grabación. La mitad eran del Sáhara y de los dos meses previos al último viaje. La verdad es que en aquel momento pensé que no quería estar en su pellejo. Yo sólo pasé una mañana frente a los ordenadores que se usaron para editarlo, sentado junto a Uri y Francesc Talavera, mirando cómo analizaban cada secuencia. Meses después me llamaron para ver una prueba. Semanas después acudí para ver el montaje definitivo.

Sólo puedo decir que el documental es intimista, sincero y me muestra tal y como soy, o como fui en aquellos meses de incertidumbre y nervios previos al viaje por el Sáhara, después del cual, debería redirigir mi vida hacia nuevos retos.

La versión original es casi toda en catalán, pero tiene subtítulos en castellano e inglés. Para activarlos, en youTube hay un botón rojo con dos ces (CC).

Sólo quiero agradecer una vez más la participación de todos y todas los que trabajaron para hacerlo posible, que demostraron ilusión y profesionalidad en todo momento. También a Top Cable, que aportó fondos para que se hiciese realidad patrocinando todas las expediciones. Y, por supuesto, a mis padres y mi hermana.