Tras varios días por el Pirineo con el Sebi, pedaleando montaña arriba y montaña abajo, recorriendo valles y rodeando cimas, cruzando bosques y saltando ríos, respirando el aire de esos bellos parajes en los que uno siente que vive tan cerca de la tierra como de las estrellas, llego a Barcelona y hay malas noticias. Nos ha dejado un viejo amigo. Miguel, hasta siempre.