(este mensaje estaba en el blog de Titanes del Desierto, de Men's Health, pero por problemas técnicos no era legible)
Hoy tenía previsto ir en bici pero la inminente lluvia invitaba a anular en el último momento la entrevista que tenía a 30 km de casa con un patrocinador. Pensaba ir hasta allí pedaleando, como ya he hecho otras muchas veces, cruzando Collserola y aprovenchando el viaje para rodar un poco.
Al salir a la calle ya chispeaba. Sinceramente, siempre me ha dado pereza salir a pedalear bajo la lluvia. Luego, una vez empiezas a mojarte, entras en un estado de exaltación interna en el que los biorritmos se disparan, la adrenalina fluye a chorro y la comunión con la naturaleza es absoluta.
>> DICEN QUE HOMBRE MOJADO NO TEME AL AGUA. DICEN BIEN
La reunión ha ido de maravilla, y el regreso ha sido un gozo para mis piernas, que aunque se sentían algo castigadas por la paliza de ayer -por cierto, ayer irradiaba el sol que era un primor- no se han doblegado ante ninguna rampa. Me imagino que el Power Bar de vainilla al salir de la entrevista ha ayudado. Lo que sí empieza a ser urgente es el cambio del neumático trasero. Suerte de la doble suspensión de la bici, que da una tracción increíble. Si no, no tengo ni idea de cómo habría subido por esas pistas de patinaje de barro y roca desnuda cubierta de musgo por las que he tenido que lidiar hoy.
En los últimos kilómetros, ya en las calles de Barcelona, el agua de los charcos y la que escupían las ruedas de un enorme camión que me precedía mientras bajaba por la avenida de l’Hospital Militar me ha ayudado a quitarme buena parte del barro de la cara. Al llegar a casa, la espalda (y lo que hay debajo) daban fe de cómo iba de barro antes de pasar por el improvisado “túnel de lavado”. He entrado en la finca de puntillas, bici en hombro para no dejar huellas -léase ”pruebas del delito”-, deseando no cruzarme en la escalera con ningún vecino, sobre todo de esos que siempre buscan un motivo para echarte la bronca.
La frase del día la he capturado en Sant Cugat, de un letrero que decía: “Hoy falta un día menos para que termine la crisis, así que sonría y sea feliz”.